Hoy me llamó un amigo con el
que no hablaba desde hacía meses. Luego de los saludos de rigor y de las
cordiales indagaciones sobre las respectivas familias –asunto que se llevó los
primeros segundos de conversación– ocurre el siguiente intercambio:
–José, ¿tú supiste lo del tipo
que vendía aire por eBay?
–No, ¿qué es eso?
–Un tipo de Wyoming o Dakota
del Norte o Kansas… uno de esos estados gringos que son cuadrados.
–Ni idea, ¿qué pasó con él?
–Bueno, yo no llegué a ver
el anuncio en eBay pero me leí el artículo que hablaba de eso.
–Ajá…
–Nada, que el tipo vendía aire
de Wyoming. Aire puro del campo. En bolsas. A mil dólares.
–¿A mil dólares? ¿Y se lo
compraban?
–Sí, a mil, con todo y envío.
Se hizo millonario, sobre todo por gente de Nueva York y Chicago que querían
respirar aire puro de Wyoming.
–Coño, qué loco.
–Pero lo dejó de vender porque
comenzaron a llegarle bolsas anónimas llenas de escarcha a su casa.
–…
–Y la escarcha parece que es
peligrosísima si te llega a caer en los ojos o en el pelo. Porque no sale.
–¿La escarcha?
–Sí, eso me dijo mi esposa, que
no hay nada peor que la escarcha. ¿Por qué te estaba contando esto?
–Pollo, esta la conversación
más rara que he tenido este año.
–Sí. Mira, me tengo que ir
porque estoy en el trabajo y esto está incendiado.